He estado llena de trabajo, compromisos y deadlines por cumplir, así que mientras miraba por la ventana el lindo sol de invierno de hoy, decidí hacerme un playlist cortito y aprovechar mi hora de almuerzo en el pasto. Pasé al Castaño a comprar comida que, aunque está hecha sin amor, salva de lunes a viernes. Me senté en el parque, junto a la ciclovía y me dedique, en primer lugar, a comer bien lento mirando el vacío, los autos y a la gente. Luego, aproveché el tiempo que me restaba para hacer listas de las cosas pendientes y mapas conceptuales de algunos textos que tengo que preparar. Creo que es una buena forma de ocuparse de las obligaciones, de forma agradable y sin lloriquear. El lloriqueo es paralizante. Juegue.
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